Tiësto es uno de los nombres más reconocidos en el mundo del DJ internacional. Su nombre ha trascendido barreras que pocos pensaban que podrían ser cruzadas en los inicios del tornamesismo en los clubes. En una entrevista que tuve con él en 2018, le dije que la mejor manera de ponerlo en perspectiva, es que Tiësto es como Los Simpons, cuando piensas que un artista está haciendo algo, “por primera vez”, ya fue ejecutado por este gran DJ holandés.
La elegante grandeza de Tiësto radica en la forma en que ha sido construida su carrera como una marca que abandera a los DJ. Más que la persona, la música, el show, su nombre representa un lugar común para quienes escuchan electrónica. Será del agrado y para muchos otros no, pero es conocido a nivel global por la gran mayoría. Es así como desde la década de 2000 a 2010, Tiësto construyó un imperio de mercadotecnia que lo posicionó como el mejor del mundo. A la fecha toda esta construcción continúa viéndose como influencia en muchos de los nuevos artistas y en su música.
En aquella época, Tijs Verwest, que es su nombre verdadero, se coronó como uno de los más grandes artistas detrás de las tornamesas por la maravillosa fluidez de sus sesiones. Lugar donde tocaba, la gente se ponía eufórica, y a consecuencia de ello, la música que hacía sonar al público, causó un gran impacto en varias generaciones. Es así como desde esa década el sonido del género, trance, se volvió una parte de su vida. Este género aunque se ha reinventado en repetidas ocasiones, y para el momento en que Tiësto era nombrado como DJ #1 en el mundo, el trance era un símbolo de grandeza. Los famosos himnos para festival, cobraban un sentido mucho más importante para las producciones, ya que unificaban el sentir de las masas en un mismo espacio. Un tipo de música que a pesar de que hoy en 2019, tiene muchísimo auge global, continúa un tanto desentendido de qué va y quiénes son los actores dentro del nicho. En consecuencia, cuando este tipo de obras musicales sonaban a todo volumen en las arenas, la gente realmente entraba en un verdadero trance (la hipnosis como tal). Canciones no sólo con sintetizadores de ensueño que te sumergían de inmediato a otro mundo, sino la combinación de los mismos con orquesta, resulta en un éxtasis puro.
El origen de esta canción data a 1936, cuando el compositor de origen estadounidense, Samuel Barber la escribió como parte del segundo movimiento de su Cuarteto de Cuerdas. Esta obra la hizo mientras su estancia en Europa junto al compositor italiano, Gian Carlo Menotti. Es hasta 1938 cuando la presenta por primera vez en el Rockefeller Center de Nueva York con la orquesta al mando de Arturo Toscanini.
La versión que salió en 2003 a cargo de Tiësto bajo el sello discográfico, Black Hole Recordings, tiene aciertos que hasta el momento sólo han podido conservarse en este artista. La grandeza en que esta visión a la trance fue presentada al mundo desde el escenario de, Tiësto In Concert, el primer show sold out de un DJ en una arena, mismo que fue grabado en DVD, grabado como álbum y publicado al mundo, enalteció de sobremanera a esta pieza musical. La suma de todas estas condiciones hizo que hasta la fecha, la gente siga recordando esta enorme etapa dentro de la carrera de Tiësto, quien aún sin estar ya dentro del género, continúa en la grandeza de la escena DJ.
Han existido una gran variedad de remezclas a la visión que da Tiësto de Samuel Barber. Unas más en el corte del big room, hardstyle, aún más trance (que sí se puede) hasta unas en house. La gran mayoría motivadas por la entrega del mejor DJ en los últimos años, premiado por la DJ Mag.
¿Cuál es su versión preferida de Adagio For Strings? Me encantará la compartan en las redes.
Trino Treviño- @trinodj