Me acuerdo cuando tenía 12 (casi 13) años de edad y empezaba a tener el famoso Internet de alta velocidad. En ese entonces, aquí en México, el servicio Telmex (que por muchos lados ustedes conocerán como Claro), ofrecía por primera vez a Infinitum, la plataforma de alta velocidad, un sueño hecho realidad para muchos de nosotros que consumíamos música por Internet.
Imagínense que antes descargar una canción por Napster, una plataforma que hoy sigue existiendo como de streaming musical, tardaba una media hora. Yo pasaba horas de espera junto con mi hermano, que es un melómano por igual, a que pasara media hora que era más o menos lo que se tardaba en descargar una canción de unos tres a cuatro minutos. Imagínense, esa era la espera que hoy nos pareciera una cosa arcaica, dado que en cuestión de segundos ya estamos viendo un video en YouTube o escuchando casi cualquier canción dentro de Spotify. Qué tiempos aquellos.
En mi formación adolescente, cuando ya teníamos Internet de alta velocidad, una de las cosas que más me importaba explorar era más música de uno de mis DJ favoritos, que si no lo saben, es Gigi D’Agostino, el famoso productor italiano que por años se ha conservado dentro del ecosistema del dance. Su música tuvo un espacio en la radio italiana, dentro de Radio Italia Network, que era una de las primeras plataformas en también proyectarse a través de la Internet.
Escuchar RIN no era una tarea tan sencilla en su momento, había que conseguir un enlace que se conectara con sus servidor a través de una plataforma. Necesitabas un software que te ayudara a cachar el sonido de ese enlace, cosa que también podías hacer con Winamp, que era un reproductor de música maravilloso que podías personalizar con skins.
Al momento que esto ocurría, pocas eran las personas en el país que se dedicaban a consumir música en este formato. Estábamos tan acostumbrados a que los medios tradicionales gobernaran nuestra manera de pensar del mundo a través de su influencia, que pensar que alguien escuchaba una estación de radio en Italia para consumir música electrónica, era algo que muy pocos hacíamos. No lo cuento como un aire de grandeza o que era muy privilegiado, la verdad de privilegio tenía poco, empezaba a ser muy accesible, sólo que no todos querían tomarse el tiempo de configurar el software para que pudieras escuchar esto. Los reproductores que hoy tienen muchas de las páginas de radio, son muy amigables, fáciles y rápidos. En 2003, que dicho sea de paso, ya son 15 años atrás, era una locura pensar que la gente se iba a acostumbrar a escuchar todo en su computadora (y luego en el teléfono).
El consumo de una estación de radio como esta, no sólo cambió mi perspectiva de cómo se producían los programas de radio, sino que también me hizo un fiel seguidor de este tipo de contenidos. Todavía en el año 2009, mientras me tomé un semestre de descanso después de haber terminado la preparatoria, uno de mis amigos me había introducido a la famosa app, TuneIn Radio, para sintonizar radio global. Aquí entré en una de mis programaciones favoritas, que es la de Radio 538 de Holanda, una estación que siempre está a la vanguardia dentro del mundo EDM, y además, de un país que por décadas ha liderado todo un movimiento comercial de música electrónica.
Gracias a la radio por Internet conecté con grandes amigos afines a mí, así como lograr encontrar a artistas que para mí eran nuevos, como fue el caso del famoso Tim Berg, Avicii para los cuates. Acá tardó un rato en llegar su música, como pasaba de manera tradicional, entre que las disqueras se ponían de acuerdo para ver cuándo lanzar un sencillo de cierto artista para la región, varios ya estábamos enfrascados en la música de este productor sueco. Así fue como entré al mundo del, “Bromance”.
Hay mucho qué contar sobre la radio en Internet, pero hoy necesitaba extraer esta parte de mis memorias dado que justo me encontré en YouTube varios programas que escuchaba de Gigi D’Agostino en su momento.