Hemos llegado a 2018 con una quinta edición de EDC en suelos mexicanos. ¿Quién hubiera pensado hace 10 años que tendríamos este tipo de festivales en nuestro país? Por décadas se ha esculpido el amor a la música electrónica desde muchos frentes que tienen en común el amor auténtico por este género musical. Para los promotores, que son los responsables de organizar estos eventos, encontrar un lugar donde funcione este tipo de producciones, nunca es una tarea sencilla.
No hay fórmulas, atajos ni secretos de cómo lograrlo más que la suma de esfuerzos que vayan a darte una ventaja a la hora de realizar un festival. Todo requiere de jalar todas las cuerdas de los que ayudan a hacer de esto algo grande. Desde la publicidad en las calles, los medios que ayudan a informar sobre la narrativa de este tipo de propuestas, los líderes de opinión que traducen al mundo de lo que va un evento como este, los artistas que hacen una enorme tarea de realizar música que un mercado vaya a consumir así como la titánica labor de ejecutar la propuesta escenográfica, hacen que EDC marque la pauta en muchos puntos para nuestro país.
He escrito decenas de veces como el mexicano estaba cansado de las infinitas veces que los promotores locales vendían la fecha de algún artista bajo el lema, “una producción nunca antes vista”, pero al llegar al recinto donde ocurriese el evento, todo era igual que en cualquier otro evento, a excepción de que sí era un artista diferente. No es el común denominador, hay grandes promotores nacionales que hacen producciones muy pensadas, muy estudiadas y sobre todo, muy creativas. Lo malo es que como siempre, por unos que rompen los platos, los pagan todos.
Este 2018, se siente muy diferente al resto de la década en curso en cuanto al desarrollo de la música electrónica, al menos para la tan efervescente escena nacional que cada vez está demostrando un músculo muy fuerte para la competencia internacional. EDC México este año logró que llegaran más de 100 mil personas al festival. Eso es comparable con que hay festivales en Estados Unidos, como el Ultra Music Festival y el mismo EDC Las Vegas, que llegan a tener a 120 mil personas por día en el lugar. México nunca había reunido a tantas personas en un festival con un boleto pagado. Ni siquiera en Vive Latino. Algo maravilloso ha pasado dentro de este espacio en el año que hace que tanta gente empiece a querer descubrir por sus propios ojos la magia de la música electrónica.
Es un género que esta década se posicionó como el Pop que todos escuchan pero de manera sorpresiva, cuando nos vemos en el final de década, resulta que nos empalmamos con un despertar de la escena latina que entró con muchísima fuerza a todos los lugares en el mundo. La tan exitosa forma en que el género urbano se ha colocado en el gusto de millones de personas, hace que la combinación de géneros se sienta natural, dado que muchos de los éxitos de este movimiento latino, son hechos por productores que nacen de la misma inquietud que muchos DJ: hacer música y expresarla a través de la computadora. Claro, existen quienes incorporan instrumentos o sintetizadores analógicos para su creación, pero cuando todo lo que necesitas es una gran idea, un software y micrófono, nada te puede parar.
La edición de este año estuvo por dos días seguidos, llena de momentos relacionados a lo latino, en todas sus variantes: reggaeton, moombah, trap, dance hall, salsa, cumbia, balada. Con una increíble fuerza, el movimiento de lo latino se hizo más que presente en el baile de la gente y las propuestas en los escenarios dada la naturalidad en que se está desarrollando la música a nivel global. México como plataforma de este tipo de propuestas comienza un despertar muy interesante al realizarse dentro de un festival como el EDC, donde el lema que siempre ha predicado su fundador, Pasquale Rotella, es el de estar, “Wide Awake”, justo en referencia al despertar de movimientos culturales a través de la fiesta.
El entretejido que se hizo con las propuestas latinas, con los géneros que ya conocemos dentro de la música electrónica como el house, techno, trance, trap, moombahton, bass, hardstyle, EDM (Big Room), hacen una muy buena sincronía en la mente de las personas que en este último año es lo que han estado consumiendo por todos lados gracias a sus artistas favoritos. Este referente, combinado con la increíble fuerza de consumo que tiene la música en estos momentos de la humanidad, hacen que veamos uno de los cambios más interesantes dentro de la industria de la música. Hoy Latinoamérica llegó a hacer un nuevo capítulo en los libros de la música.